¿Te acuerdas de cómo era la vida antes de que existieran los centros comerciales? ¿Te acuerdas de cómo compraban tus padres cuando eras un niño? Yo no me olvido. Vengo de un barrio a las afueras de Madrid. Tengo grabada la tienda de los azulejos verdes donde cada año nos compraban la mochila, la librería donde vendían los libros de Barco de Vapor que luego mi madre nos leía cada noche, el escaparate precioso donde mirábamos los vestidos de nido de abeja (yo siempre heredaba los de mis primas), la mercería de mi vecina, la papelería de al lado del cole, el kiosco. Recuerdo como una experiencia religiosa ir con mi abuela a comprarse un abrigo, o coger el autobús para ir a una zapatería del Paseo de las Delicias a equiparnos de zapatos (en mi caso, siempre ortopédicos). Todos eran pequeños comercios, cercanos a casa, donde te conocían, te llamaban por tu nombre y te aconsejaban con mayor o menor sinceridad. Yo soy fan de este tipo de tiendas con encanto, y creo que comprar cerca de casa es posible en nuestro tiempo, incluso en la gran ciudad.
A mi, personalmente, no me encantan las grandes superficies. No soy fan de Primark, y como ya te contado, prefiero comprar una cosa que me enamore a tener tres que no me acaban de convencer. En cuanto a los zapatos, soy una esteta. Soy muy sacrificada, aunque me bajé de los tacones hace años porque no me aguantan el ritmo de vida, pero no puedo soportar los zapatos feos. Ni para mi, ni para los niños. Y para éstos, claro, hay que buscar calidad y comodidad, que respeten su desarrollo, que sean cómodos y que les aguanten el trote…¡pero que sean bonitos, por favor!.
Ya te conté en este post sobre mis tiendas online favoritas que había una web en donde los diseños me enamoraban y además eran de calidad, por eso me puse tan contenta cuando Carmina anunció que abría un punto de venta físico en Madrid, y encima no muy lejos de casa. Porque la web es genial, tienen un medidor acertar con el número y además te dan todo tipo de explicaciones de cómo talla cada marca o par…pero poder vernos al natural, y charlar además un ratito en la tienda, a mi me gana.
Leopótamo se sitúa en la planta de arriba de La Luciérnaga, una preciosa juguetería en el barrio de Chamberí. El barrio a mi me encanta, y la zona en concreto es genial. En un lateral de la plaza del Conde Valle Suchil, donde hay un parque enorme y súper animado, con columpios para niños de casi todas las edades. Hay cafeterías y varios sitios geniales donde tomar algo, por lo que si no eres del barrio la excursión bien merece la pena.
Yo estuve la semana pasada buscando unas botas para Berta, y al final me decidí por un par de Bobux que además de preciosas me parecieron cómodas y resistentes. Es una marca que cuida al máximo la anatomía del pie y el desarrollo del niño, van forradas en borreguito, tienen una piel super suave y una suela de goma muy flexible. Berta no es fácil para calzar, todo le molesta, y tengo que tener especial cuidado con lo que compramos si no quiero que se quede muerto de la risa en el armario. Ya las ha estrenado y ha ido feliz con ellas, así que creo que he acertado y que he hecho la compra del invierno. Tienen un color bastante loco, pero Carmina me animó recordándome que a los niños les sientan genial las mezclas atrevidas. Otra de las ventajas del pequeño comercio de proximidad: conocer a la persona que está detrás y poder pedir consejo, no ir detrás de un dependiente con una bota en la mano, suplicando que te saquen tu talla del almacén (¿no te ha pasado?).
La elección no fue fácil porque a mi me gustaban todas y llegado un momento casi me puse a hiperventilar y me entró la indecisión, pero ¿cómo no?. Tienen las botas de agua de caucho natural de Batela, Dr. Martens, Kickers o mini Vans. Y además de zapatos, otros complementos como leotardos, mochilas o los calcetines de zorro tan de moda, de Mini Dressing.
Y a pie de calle, La Luciérnaga. Una juguetería muy especial donde su dueña, Lucía, aconseja con cariño y busca lo más adecuado para cada etapa, con una selección de juguetes especiales, de madera, tela o papel, de diseño y que potencian al máximo la imaginación y la diversión. Un ejemplo más de comercio de proximidad donde buscar un regalo o dejar que los niños se inspiren para hacer su carta de reyes, donde hacer una compra consciente y responsable. A mi me sigue gustando el pequeño comercio y las tiendas con encanto, que hacen distinta cada ciudad, ¿y a ti?
Gracias Ruth por tus cariñosas palabras, ven a vernos cuando quieras y trae a esos rubios para que les estrujemos un poco. (te he robado las fotos para lo que te comenté , que lo sepas)
¡Gracias a ti! Volvemos pronto, te llevaré a Berta para que la veas con sus botitas. Me alegro de lo de las fotos, si no te dan calidad mándame un mail y te las mando más grandes. Un beso grande y feliz semana.