Lo confieso, tengo debilidad por los zapatos, pero… ¿y quién no? Mentiría si dijera que todo se remonta a la adolescencia, cuando leí en una revista de moda que los zapatos y el bolso de una mujer tienen que ser de calidad, y que en el resto de cosas se puede ahorrar y combinar. Pero no, me viene desde que era niña. De pies planos, crecí calzando unas horribles botas ortopédicas. Uno de los recuerdos de niñez más brillantes que tengo son las merceditas de charol azul que me compró mi abuela en Málaga un verano. Probablemente, sin el consentimiento de mi madre. Recuerdo cada zapato bonito que me ha acompañado a lo largo de mi vida. Me gustan femeninos, en colores pastel o atrevidos. Los ugly shoes no son para mi. Siempre he sido más de bailarinas que de tacones, y desde que los dos entraron en mi vida, sólo me las quito para calzarme algo todavía más cómodo. Esta es mi selección de zapatos imprescindibles para primavera. ¿Adivinas con cuáles me he hecho ya?
Los zapatos fresa de Bocage fueron amor a primera vista. Planos, con pulsera, abiertos por delante y con el detalle de la fruta de primavera. Son hechos en Europa, como casi todos los de esta marca francesa que combina diseños atemporales con modelos muy originales de gran calidad.
Las alpargatas de cuña de Peseta me traen por el camino de la amargura desde hace dos temporadas. Combinan mi pasión por los estampados japoneses con una horma que, aunque es alta, no puede ser más cómoda. Las fabrican en La Rioja los mismos fabricantes que hacen las de Chanel (shhhh, ¡es un secreto!) . Corre, que están rebajadas.
Si tuviera que hacerme con unas sandalias para pasar toda la primavera y el verano, serían éstas de Swedish Hasbeens. Tacón medio, pulsera y tono natural para combinar con todo. Inspirados en la colección de una mamá sueca de los años 70′, están hechas con piel ecológica y sus procedimientos de trabajo son respetuosos con los trabajadores y el medio ambiente. Un zapato de calidad que según dicen puede durar años y años.
Vale, las Pretty Ballerinas me gustan todas. Pero es que éstas amarillas, terminadas en punta y con un enorme lazo parece que las han diseñado para mi. Un calzado femenino y chic sin perder un ápice de comodidad. ¡Me encantan!
Termino mi selección con un clásico que no falta nunca en mi zapatero, las New Balance 574. Mi uniforme de diario, las únicas que aguantan el trote de niños, carro, compra y parque. En rosa y amarillo, dos de mis colores favoritos. No se puede pedir más.
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