¡Buenos días! Amanezco este viernes atípico corriendo, como llevo desde el lunes, con muchas ganas de finde y con la cabeza como una olla a presión. Ha sido una semana intensa y genial. He aprendido muchísimo, he conocido a gente muy inspiradora y he recordado cuánto me gusta conocer cosas nuevas. Ha supuesto para mi un chute de energía y de ganas de mejorar.
Han sido muchos días viendo a los niños solo un par de horas por la tarde, y para nosotros, que estamos acostumbrados a pasar todo el día juntos, ha sido un cambio muy grande. Me ha sorprendido lo bien que lo han llevado, pese a que han estado toda la semana como si fueran la falsa moneda. El jueves os compartía en RRSS, con un toque de humor, algunas de mis conclusiones de esta semana de formación intensa. La casa se ha mantenido increiblemente limpia, increiblemente colocada y ha sido increiblemente fácil recoger las cenas sencillas que hemos ido preparando. Nada que ver con la cantidad de trastos que mi pequeño vándalo acostumbra a tirar por el suelo cuando le dejas un minuto a su libre albedrío, ni la pila de cacharros que origino después de preparar desayunos, comidas, meriendas y cenas caseras para cuatro cada día, en mi trabajo de madre a tiempo completo. La casa estaba ordenada, aunque sin vida.
Sin embargo, lo que más me ha costado es seguir siendo la madre de la firmeza. Tengo un poco de complejo de mamá mandona. El que me conozca sabe que me paso el día con los niños, jugando dentro y fuera de casa. Nos divertimos muchísimo, les trato con mucho amor, y dialogamos y negociamos juntos cuando tenemos un problema. Pero es cierto que para algunas cosas, soy una madre muy firme. Les doy mucho la tabarra, y si algo me importa, lo mantengo y me cuesta ceder.
Estoy convencida de que eso no sólo no es malo, es hasta beneficioso. No creo que sea bueno darles todo lo que piden y hay que elegir en qué cosas podemos ceder y transigir. Qué batallas queremos ganar y cuáles no nos importa perder, porque tampoco podemos decirles que no a todo.
Pero esta semana, con solo un ratito para estar con ellos, me ha costado mucho más decir no, y he acabado cediendo en cosas en las que no lo hubiera hecho en mi día a día. Supongo que ha sido un peaje justo y necesario…
Y ya, ya se que es viernes y toca planes. Pero después de la semana de no parar que llevamos, mis planes son quedarme en casa y disfrutar de mi familia. Pintaremos, jugaremos y cocinaremos, que ya estamos echando de menos las galletas y las cacharrinas. Ah, y el domingo saldremos de casa para acercarnos al Mercadillo de Primavera que organizan en Dando la Nota, en la calle Fuencarral, un espacio con cafetería y zona de juegos para niños donde algunas de las tiendas que más nos gustan llevarán sus restos de colección a precio de outlet..Un planazo imprescindible si vives en Madrid.
¡Feliz fin de semana! ¿Qué planes tenéis vosotros?
Deja un comentario