¡Buenos días! No se si os pasa a vosotros, los que sois padres, pero yo en casa me debato entre las tablas Montessori de lo que son capaces de hacer por ellos mismos, y el miedo a pedirles demasiado. Me daba miedo quitarles demasiado pronto el pañal y darles desde pequeños responsabilidad, pero cada día me convenzo de que son capaces de hacer muchas más cosas ellos solos de las que les dejamos, y con esto no ayudamos a su desarrollo y autonomía. Mi experiencia me hace ver que sí, los niños con responsabilidades son felices y que hacer de su vida un cuento de hadas no es hacerles ningún favor. Yo trato a mis hijos con muchísimo amor y respeto, como me gustaría que otros les trataran y que ellos trataran a los demás. Y por supuesto, a mamá.
Unos días después de Navidad, cogimos un virus de la tripa en casa. Primero Berta, después Bruno, luego el padre y yo, que creía que me iba a librar, caí también. Fui la última pero me dio fuerte, y esa mañana me levanté agotada, después de una noche toledana, y le pedí a Berta que me ayudara. Berta, que normalmente tiene un humor delicado al levantarse, se vino arriba preparando los desayunos, y con sus cuatro años y medio, pude ver cómo su entusiasmo por hacer ella sóla las cosas, superaba todas las dificultades.
La mayor tenía 20 meses cuando nació Bruno, y el trabajo se me multiplicó. Enseguida empecé a hacerla responsable de algúnas cosas, y me funcionó. Desde muy pequeña, empezó a ayudarnos a poner la mesa, y descubrimos cuánto le gustaba cocinar. Era genial entretenerla y preparar la cena a la vez, porque me ayudaba a rellenar empanadillas y a hacer bizcochos. Cuando empezó a ir al cole (con tres años recién cumplidos), tuvimos que apretar un poco el ritmo de nuestras mañanas tranquilas, pero fue un alivio ver que a las pocas semanas era capaz de vestirse sola mientras yo vestía al bebé, para poder salir pitando. Está claro que en el día a día todos vamos con prisa, y a veces estoy tentada a hacer yo las cosas para agilizar, pero a Berta le gusta y le sienta bien. Es la hermana mayor y tiene muy asumido su rol de responsable, aunque a veces se hace pequeña como todos, y hay que ayudarla. Alguna mañana este año he acabado por vestirla yo en la cama, porque si no, no llegábamos.
Pero, ¿qué pasa con Bruno? Me he dado cuenta de que igual que hacía grande al mayor, le estaba quitando responsabilidad al pequeño. Bruno es un niño muy movido, y muy trasto. Un vándalo, un pequeño yihadista. Bruno encuentra la diversión en tirar y destrozar, lo que complica un poco el tema Montessori en casa. Hemos pasado unos meses complicados él y yo. Porque pasamos muchas horas juntos (24 al día), y porque me agota. Berta no fue a la guardería antes del cole, pero estas semanas de atrás he estado a punto de tirar la toalla con él. Por mi comodidad, por mi salud mental. Y de pronto, una mañana, se me ocurrió pedirle que me ayudara a vaciar el lavaplatos. Y funcionó. Y le pedí que me fuera pasando las pinzas cuando estaba tendiendo, y aunque tiró alguna al aire, estuvo un rato entretenido. Y contento. Y poco a poco, con pequeños cambios, ha ido mejorando.
Tengo mi esperanza puesta en esos pequeños cambios, porque deseo más que nada que disfrutemos del tiempo que pasamos juntos. El pequeño de la casa va camino de tres, y eso significa mayor entendimiento y también mayor responsabilidad. Esto sólo puede ir a mejor. Y a ti, ¿te gusta darles tareas y responsabilidades en casa?
Deja un comentario